[:es]«Comunicación y participación son los grandes retos de la economía circular» según destacaron los asistentes al desayuno organizado por Levante EMV en torno a la gestión de los consorcios de residuos y la economía ciruclar.

Consorcios, ayuntamientos y colectivos ecologistas consideran clave la concienciación de la ciudadanía para conseguir un modelo sostenible de producción y de consumo que permita el reciclaje de desechos y el cuidado del medio ambiente.

Falta una mejor comunicación para conseguir una mayor concienciación sobre la economía circular y el reciclaje por parte de la ciudadanía y del sector empresarial. Así lo denunciaron representantes tanto de consorcios de gestión de residuos como de los ayuntamientos o de colectivos ciudadanos y organizaciones ecologistas durante el desayuno informativo que acogió el pasado viernes Levante-EMV en las instalaciones del Club Diario. Todos ellos apuntaron a la necesidad de que la ciudadanía tome responsabilidad de los resultados de sus acciones en casa de cara a contribuir al cuidado del medio ambiente.

«El reto es brutal. Y es un reto de comunicación en primer término porque nuestros vecinos no son conscientes de ello». Así de contundente iniciaba el debate Ángel Rodríguez, gerente del Consorcio Valencia Interior (CVI), una entidad que gestiona los residuos de cinco comarcas de la provincia de València y que se encargó de patrocinar una cita que, moderada por el periodista de Levante-EMV Julio Monreal, contó también con la participación de Sara Bort, gerente de la Entidad Metropolitana para el Tratamiento de Residuos (EMTRE); Roberto Bermell, responsable de Relaciones Institucionales de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias (FVMP); Anna Pons, directora del Centro de Educación Ambiental de la Comunitat Valenciana; y María Vicente, coordinadora de Ecologistas en Acción en la Comunitat Valenciana. Asimismo, el director general de Calidad y Educación Ambiental de la Generalitat Valenciana, Joan Piquer, aportó su visión a través de un vídeo que se emitió en el inicio de la mesa de debate.

«La economía del futuro o es circular o no será», aseveró Piquer, que avanzó que la sociedad deberá adaptarse a los nuevos paradigmas de gestión del Plan de Acción de Economía Circular de la Unión Europea basados en «la reutilización al máximo del agua tratada, la gestión de recursos que contienen los residuos, olvidar el vertedero como alternativa de gestión de los residuos, la digitalización de la industria y de la administración o la transparencia en el acceso a la información en los procesos de economía circular».

«Hace ya más de 40 años que estamos teniendo información de que el actual modelo nos está abocando a la autodestrucción, pero la sociedad no está atendiendo a lo que eso significa», ahondó Anna Pons, directora del Centro de Educación Ambiental, que apuntó que «en el 2050 se prevé que habrá aumentado un 70 % la generación de residuos». «Estamos hablando de economía circular porque estamos devastando los ecosistemas que nos dan la vida», sentenció María Vicente, de Ecologistas en Acción. Ante ello, la respuesta es una apuesta por la economía circular y la reutilización de los propios desechos, para lo cual, una de las claves es la separación de los residuos para su posterior reciclaje. Pero ¿lo estamos haciendo bien? «El 80 % de lo que entra en el contenedor del ‘todo en uno’ debería ir a uno que hay al lado que está especializado. El 60 % de los residuos van al vertedero. Hay un margen de mejora muy grande», lamentó la gerente de la EMTRE, Sara Bort.

Y ¿cómo se puede abordar ese déficit? A través de la comunicación y la participación. «El reto es mucho más grande que gestionar residuos. Hablamos de una economía que sea sana, que tenga un impacto positivo en nuestra salud, las relaciones humanas y el entorno natural. ¿Cómo hacemos esto? Tendremos que indicar a los vecinos las cosas que sanan y las que no», señaló Ángel Rodríguez, gerente del CVI. «Lo fácil es el trabajo en la planta. Lo difícil es en casa. Llevamos años incidiendo en lo que la gente ha de hacer, pero cada uno tiene su vida. Hay un 20 % de gente que hasta le quita la pegatina al kiwi, un 20 % de gente reaccionaria que no lo hará jamás y un 60 % sobre el que hay que influir. Las plantas están preparadas, nos gustaría recoger más», añadió.

«Hay ayuntamientos que hacen cosas interesantísimas que después la ciudadanía no acaba de entender o incluso rechaza. Hagamos comunicación de lo que estamos haciendo para mejorar la vida de las personas», reclamó Pons.

«El nuevo reto no es solo que mejoremos nuestras plantas de tratamiento, que siempre podemos conseguir que sean más eficientes, sino que hay que trabajar antes de que ese residuo se genere, y que cuando se genere ya se trate de la manera correcta en nuestras casas», completó Bort. «Cuando entra en nuestras plantas hay un residuo mezclado, que está contaminado y es difícil de tratar. Hay que hacer ver al ciudadano que la forma en que separa sus residuos en casa tiene un efecto directo en las plantas», lanzó.

Bonificación en las tasas

En ese sentido, el Consorcio Valencia Interior lleva ya más de un lustro trabajando con la tarjeta Mi Cuenta Ambiental, con la que bonifica y realiza descuentos en las tasas a sus usuarios según la cantidad de residuos que lleven a su red de ecoparques. «Queremos empujar con incentivos. En tres años hemos multiplicado por tres la recogida y los municipios del consorcio han pasado del 25 al 33 % de recogida de residuo separado», explicó Rodríguez. «Hay ya 40.000 recibos bonificados en nuestro ámbito. Dentro de tres años los ayuntamientos habrán optado por una recogida inteligente bonificada que atribuye a cada uno su responsabilidad. Sabes que si compras menos envases, tiras menos», avanzó el gerente del CVI, quien también quiso poner en valor la producción de comostaje doméstico promovido por la entidad a fin de reducir el transporte de residuos y aprovecharlos en los cultivos. En la EMTRE han tomado nota y su gerente, Sara Bort, adelantó que su entidad está a punto de lanzar proyectos de bonificación.
Asimismo, tanto Rodríguez como Bort valoraron la labor de los educadores ambientales, figura que reivindicó Pons, al tiempo que insistió en que «aunque pensamos en el escolar, en el mañana, hay que educar a la sociedad del ‘ya’ y buscar un cambio de hábitos». Pons incidió también en que «todavía más importante que reciclar es reducir la generación de residuos y modificar los patrones de consumo», ante lo que Vicente agregó que no es solo cosa de los usuarios: «No nos gusta que la responsabilidad sea de los consumidores y que lo tengan que saber todo. A los consorcios llegan un montón de residuos, pero ¿por qué llegan hasta allí? Hay que hablar de la responsabilidad del productor, de la obsolescencia programada, del consumo… La responsabilidad es de quien pone el producto en el mercado».

Uno de los puntos a tener en cuenta será la participación de la ciudadanía en este proceso, y en ello tendrán gran relevancia los ayuntamientos. Así, Roberto Bermell (FVMP), aseguró que desde la entidad que representa «se ha potenciado esta cultura y se ha luchado contra las acciones incívicas». No obstante, apuntó que «hay que ser transparentes e informar para que los ciudadanos conozcan todo el proceso y también los costes», para lo que recordó que hay mecanismos de comunicación ya establecidos con la ciudadanía como las páginas web. Además, Bermell reivindicó el valor de los planes locales de residuos, realizados por los ayuntamientos, que cuentan con la experiencia de sus vecinos y vecinas.

«La participación ciudadana es el camino. Hay un error de comunicación. Esto es magia y nadie sabe qué pasa con la basura, y luego llega un político y mete una tasa que hay que pagar. Tenemos que conseguir que los ciudadanos no nos vean como unos enemigos por ponerles una tasa», añadió Rodríguez. Pero según María Vicente «es muy sencillo. ¿Por qué en Alemania reciclan más? Porque les multan». La dirigente ecologista, no obstante, lanzó un mensaje optimista y esperanzador: «Tenemos una capacidad de adaptación enorme, y la pandemia nos lo ha demostrado».

La recogida puerta a puerta se abre camino

Frente a la habitual recogida a través de islas de contenedores, está ganando cada vez más espacio la recogida puerta a puerta, una alternativa que defendió con perseverancia María Vicente, de Ecologistas en Acción. «El contenedor es un gran enemigo. El sistema puerta a puerta es más eficiente. Los municipios que lo implantan tienen muchos beneficios». «No hay duda de que es más eficiente», refrendó la gerente de la EMTRE, Sara Bort. Hay ya más de 50 municipios con este tipo de recogida, según aseguró Roberto Bermell (FVMP), y localidades como Orba o Ayora se han convertido en ejemplos modélicos a los que se sumará Meliana en breve. «La recogida puerta a puerta es clave para una correcta separación, sobre todo de la orgánica. Además, hay estudios que demuestran que los costes del puerta a puerta y del contenedor son los mismos. Es igual y además generas más empleo, más mano de obra», sentenció Vicente, que apuntó que no solo sirve en municipios pequeños: «En Igualada (Barcelona), con 80.000 habitantes, y toda la comarca de la Anoia la recogida es todo un éxito».

Noticia publicada en Levante EMV

 

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«Comunicació i participació són els grans reptes de l’economia circular» segons van destacar els assistents al desdejuni organitzat per Llevant EMV en torno a la gestió dels consorcis de residus i l’economia ciruclar.

Consorcis, ajuntaments i col·lectius ecologistes consideren clau la conscienciació de la ciutadania per a aconseguir un model sostenible de producció i de consum que permeta el reciclatge de deixalles i la cura del medi ambient.

Falta una millor comunicació per a aconseguir una major conscienciació sobre l’economia circular i el reciclatge per part de la ciutadania i del sector empresarial. Així ho van denunciar representants tant de consorcis de gestió de residus com dels ajuntaments o de col·lectius ciutadans i organitzacions ecologistes durant el desdejuni informatiu que va acollir divendres passat Levante-EMV en les instal·lacions del Club Diari. Tots ells van apuntar a la necessitat que la ciutadania prenga responsabilitat dels resultats de les seues accions a casa de cara a contribuir a cura del medi ambient.

«El repte és brutal. I és un repte de comunicació en primer terme perquè els nostres veïns no són conscients d’això». Així de contundent iniciava el debat Ángel Rodríguez, gerent del Consorci València Interior (CVI), una entitat que gestiona els residus de cinc comarques de la província de València i que es va encarregar de patrocinar una cita que, moderada pel periodista de Levante-EMV Julio Monreal, va comptar també amb la participació de Sara Bort, gerent de l’Entitat Metropolitana per al Tractament de Residus (EMTRE); Roberto Bermell, responsable de Relacions Institucionals de la Federació Valenciana de Municipis i Províncies (FVMP); Anna Pons, directora del Centre d’Educació Ambiental de la Comunitat Valenciana; i María Vicente, coordinadora d’Ecologistes en Acció en la Comunitat Valenciana. Així mateix, el director general de Qualitat i Educació Ambiental de la Generalitat Valenciana, Joan Piquer, va aportar la seua visió a través d’un vídeo que es va emetre en l’inici de la taula de debat.

«L’economia del futur o és circular o no serà», va asseverar Piquer, que va avançar que la societat haurà d’adaptar-se als nous paradigmes de gestió del Pla d’Acció d’Economia Circular de la Unió Europea basats en «la reutilització al màxim de l’aigua tractada, la gestió de recursos que contenen els residus, oblidar l’abocador com a alternativa de gestió dels residus, la digitalització de la indústria i de l’administració o la transparència en l’accés a la informació en els processos d’economia circular».

«Fa ja més de 40 anys que estem tenint informació que l’actual model ens està abocant a l’autodestrucció, però la societat no està atenent el que això significa», va aprofundir Anna Pons, directora del Centre d’Educació Ambiental, que va apuntar que «en el 2050 es preveu que haurà augmentat un 70% la generació de residus». «Estem parlant d’economia circular perquè estem devastant els ecosistemes que ens donen la vida», va sentenciar María Vicente, d’Ecologistes en Acció. Davant això, la resposta és una aposta per l’economia circular i la reutilització de les pròpies deixalles, per a això, una de les claus és la separació dels residus per al seu posterior reciclatge. Però ho estem fent bé? «El 80% del que entra en el contenidor del ‘tot en un’ hauria d’anar a un que hi ha al costat que està especialitzat. El 60% dels residus van a l’abocador. Hi ha un marge de millora molt gran», va lamentar la gerent de la EMTRE, Sara Bort.

I com es pot abordar aqueix dèficit? A través de la comunicació i la participació. «El repte és molt més gran que gestionar residus. Parlem d’una economia que siga sana, que tinga un impacte positiu en la nostra salut, les relacions humanes i l’entorn natural. Com fem això? Haurem d’indicar als veïns les coses que sanen i les que no», va assenyalar Ángel Rodríguez, gerent del CVI. «El fàcil és el treball en la planta. El difícil és a casa. Portem anys incidint en el que la gent ha de fer, però cadascun té la seua vida. Hi ha un 20% de gent que fins li lleva l’adhesiu al kiwi, un 20% de gent reaccionària que no ho farà mai i un 60% sobre el qual cal influir. Les plantes estan preparades, ens agradaria recollir més», va afegir.

«Hi ha ajuntaments que fan coses interessantíssimes que després la ciutadania no acaba d’entendre o fins i tot rebutja. Fem comunicació del que estem fent per a millorar la vida de les persones», va reclamar Pons.

«El nou repte no és només que millorem les nostres plantes de tractament, que sempre podem aconseguir que siguen més eficients, sinó que cal treballar abans que aqueix residu es genere, i que quan es genere ja es tracte de la manera correcta a les nostres cases», va completar Bort. «Quan entra en les nostres plantes hi ha un residu mesclat, que està contaminat i és difícil de tractar. Cal fer veure al ciutadà que la forma en què separa els seus residus a casa té un efecte directe en les plantes», va llançar.

Bonificació en les taxes

En aqueix sentit, el Consorci València Interior porta ja més d’un lustre treballant amb la targeta El meu Compte Ambiental, amb la qual bonifica i realitza descomptes en les taxes als seus usuaris segons la quantitat de residus que porten a la seua xarxa d’ecoparcs. «Volem espentar amb incentius. En tres anys hem multiplicat per tres la recollida i els municipis del consorci han passat del 25 al 33% de recollida de residu separat», va explicar Rodríguez. «Hi ha ja 40.000 rebuts bonificats en el nostre àmbit. Dins de tres anys els ajuntaments hauran optat per una recollida intel·ligent bonificada que atribueix a cadascun la seua responsabilitat. Saps que si compres menys envasos, tires menys», va avançar el gerent del CVI, qui també va voler posar en valor la producció de comostaje domèstic promogut per l’entitat a fi de reduir el transport de residus i aprofitar-los en els cultius. En la EMTRE han pres nota i el seu gerent, Sara Bort, va avançar que la seua entitat està a punt de llançar projectes de bonificació.
Així mateix, tant Rodríguez com Bort van valorar la labor dels educadors ambientals, figura que va reivindicar Pons, al mateix temps que va insistir que «encara que pensem en l’escolar, en el demà, cal educar a la societat del ‘ja’ i buscar un canvi d’hàbits». Pons va incidir també en què «encara més important que reciclar és reduir la generació de residus i modificar els patrons de consum», davant el que Vicente va agregar que no és només cosa dels usuaris: «No ens agrada que la responsabilitat siga dels consumidors i que l’hagen de saber tot. Als consorcis arriben un munt de residus, però per què arriben fins allí? Cal parlar de la responsabilitat del productor, de l’obsolescència programada, del consum… La responsabilitat és de qui posa el producte en el mercat».

Un dels punts a tindre en compte serà la participació de la ciutadania en aquest procés, i en això tindran gran rellevància els ajuntaments. Així, Roberto Bermell (FVMP), va assegurar que des de l’entitat que representa «s’ha potenciat aquesta cultura i s’ha lluitat contra les accions incívicas». No obstant això, va apuntar que «cal ser transparents i informar perquè els ciutadans coneguen tot el procés i també els costos», per al que va recordar que hi ha mecanismes de comunicació ja establits amb la ciutadania com les pàgines web. A més, Bermell va reivindicar el valor dels plans locals de residus, realitzats pels ajuntaments, que compten amb l’experiència dels seus veïns i veïnes.

«La participació ciutadana és el camí. Hi ha un error de comunicació. Això és màgia i ningú sap què passa amb el fem, i després arriba un polític i fica una taxa que cal pagar. Hem d’aconseguir que els ciutadans no ens vegen com uns enemics per posar-los una taxa», va afegir Rodríguez. Però segons María Vicente «és molt senzill. Per què a Alemanya reciclen més? Perquè els multen». La dirigent ecologista, no obstant això, va llançar un missatge optimista i esperançador: «Tenim una capacitat d’adaptació enorme, i la pandèmia ens ho ha demostrat».

La recollida porta a porta s’obri camí

Enfront de l’habitual recollida a través d’illes de contenidors, està guanyant cada vegada més espai la recollida porta a porta, una alternativa que va defensar amb perseverança María Vicente, d’Ecologistes en Acció. «El contenidor és un gran enemic. El sistema porta a porta és més eficient. Els municipis que ho implanten tenen molts beneficis». «No hi ha dubte que és més eficient», va confirmar la gerent de la EMTRE, Sara Bort. Hi ha ja més de 50 municipis amb aquesta mena de recollida, segons va assegurar Roberto Bermell (FVMP), i localitats com Orba o Ayora s’han convertit en exemples modèlics als quals se sumarà Meliana en breu. «La recollida porta a porta és clau per a una correcta separació, sobretot de l’orgànica. A més, hi ha estudis que demostren que els costos del porta a porta i del contenidor són els mateixos. És igual i a més generes més ocupació, més mà d’obra», va sentenciar Vicente, que va apuntar que no sols serveix en municipis xicotets: «A Igualada (Barcelona), amb 80.000 habitants, i tota la comarca de l’Anoia la recollida és tot un èxit».

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